397 kcal por ración
En la repostería, una de las tartas más conocidas es la cheescake. Elaborada con varios tipos de queso, es un postre en el que también tenemos una base de bizcocho. Es un plato muy denso a nivel calórico. El bizcocho de la base nos aporta una fuente de hidratos de carbono y tanto la leche como el queso nos aporta una fuente de proteínas de calidad. También tenemos la grasa que nos aportan la mantequilla y la nata. Podríamos ahorrarnos el uso de azúcar añadido, ya que el sabor del queso con el toque que aporta el limón, ya dará un sabor característico sin que necesitemos endulzarlo.
Sabemos que este tipo de elaboraciones son postres no muy recomendables para consumirlos con frecuencia. El hecho de servirlos, como en esta receta, en vasitos o porciones individuales, nos ayuda a poder disfrutarlos con moderación en momentos puntuales.
Si nos aseguramos que los ingredientes están etiquetados sin gluten, tenemos una receta apta para personas con celiaquía.
Podríamos usar nata y bebida vegetal, así como quesos veganos, elaborados a base de anacardos, por ejemplo. Tendríamos así una receta vegana.
Información nutricional sobre el ingrediente destacado:
La cheesecake es una de las tartas más famosas y populares. Se suele hacer con varios tipos de quesos, normalmente ricota, queso quark, requesón o queso cheddar. Es un tipo de tarta a la que se pueden agregar ciertos saborizantes. Suelen ser habituales el whisky, la mermelada o el chocolate.
En esta elaboración, destacamos el uso del limón para darle un toque de sabor a esta tarta. Este fruto comestible, tiene un sabor ácido, por lo que no suele consumirse entero de manera habitual. Al ser extremadamente fragante, se suele utilizar, tanto la piel como su zumo o pulpa, para darle sabor y, sobre todo, aroma a multitud de recetas. Donde más suele usarse, es en repostería, como en esta receta en la que le aporta aromas y sabores a la tarta de queso, generando un agradable contraste. Otro de sus usos frecuentes, es en platos como arroces o paellas, pescados fritos o a la plancha, en ceviches o moluscos, o en salsas, aliños y vinagretas.
También se usa para añadir a bebidas como el té o incluso, al café con hielo. En esta línea, utilizar frutas troceadas como limón, pepino o sandía, es una forma sencilla de darle sabor al agua y tener un refresco casero para aquellas personas que les cuesta beber agua habitualmente.
A nivel nutricional, el limón es rico en antioxidantes, vitamina A, fibra y minerales como el calcio, fósforo, magnesio y potasio, además de vitamina C. Gracias a ese aporte de vitamina C, nos ayuda a absorber hierro de alimentos vegetales, presente en legumbres, cereales integrales, frutos secos o verduras de hoja verde.
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